viernes, 26 de octubre de 2012

Capitulo 55: Happy Birthday...


Happy Birthday...

Narración: Claudia.
—¡Que les vaya bien! —grito desde la puerta de la casa.
—¡Nosotros tendremos todo bajo control!—les dice Max.
    Desde ahí vemos cómo nuestros padres se alejan en el auto.
    Fue una suerte y un gran punto a favor de que ellos justo hubieran planeado salir este sábado. Y aún me sorprende de que ellos hayan estado súper interesados en que la fiesta vaya a salir bien… Y claro, sorprendida porque nos hayan dejado la casa sola. Pero bueno, es momento de comenzar todo esto.
—¿Les costó convencer a Andrés de esta fiesta? —hago comillas en la última palabra.
—Un poco —dice cuando entramos—. Decía que eran muchas molestias, que para qué hacer tanto alboroto… bla, bla, bla, pero Tomás logró convencerlo y le aseguró de que todo sería algo tranquilo.
    Ambos nos miramos y reímos porque entre veinticinco personas no se puede tener algo tranquilo.
    Lo primero que haríamos sería ordenar todo afuera. Había que sacar un par de mesas, poner sillas, el equipo de música. Eso nos tomó las primeras horas de la mañana. Al estar haciendo esto, no nos tomamos el tiempo de ver qué almorzaríamos, así que la llegada de Tomás con unas pizzas nos solucionó el problema.
—¡Ámenme! —fue lo primero que dijo al entrar con las cajas.
—Claro que te amamos —le dije al robarle una y llevarla para el patio.
    Nos sentamos afuera a comer, mientras pensábamos qué haríamos después.
—¿A qué hora se supone que llegará? —pregunté.
—Le dije a las cuatro —respondió Tomás.
—No nos queda mucho tiempo —dijo Max—, tenemos que seguir con esto.
    Sin más, nos pusimos de pie para continuar con todo.
    El día de ayer, Andrés y yo nos habíamos juntado un rato en la tarde. Mis padres lo habían invitado a tomar once… o mi padre lo había invitado para pedir explicaciones, mejor dicho.
—¿Qué tal? —entró saludando Andrés a mis padres.
—Nosotros tenemos que hablar de algo —señaló mi papá.
—No se preocupe, lo haremos —le dijo Andrés sin temor.
—Pero —interrumpí— nosotros subiremos un rato y luego bajaremos cuando todo esté listo.
    Rápidamente lo tomé de la mano y corrimos escaleras arriba.
—O nos escapábamos en ese segundo o no salíamos de ahí —dije sonriendo al entrar en la pieza y cerrar la puerta— Y no es necesario que hables con ese señor, él sólo está molestando.
—Olvídate de eso —jala de mi mano y juntos caemos sobre la cama.
    Pasamos una hora acurrucados ahí, hablando de lo que fuera mientras él me rodeaba con su brazo y yo con el mío. Hasta que tenía que salir el tema.
—¿Qué fue lo que te dijo Amanda ayer?
—Nada, Andrés.
—Aunque sea nada quiero saberlo —dijo firme.
    Suspiré resignada. A los hombres sí que les gusta el alboroto.
—Que… que todo lo que tú me decías eran tonteras, que era casi imposible que estuvieras enamorado de mí y esas cosas.
    Rápidamente se removió de mi lado y se sentó, apoyándose en su brazo, mientras yo seguía ahí acostada.
—¿De verdad te dijo eso?
—Ajá —asentí una vez—. Ella de verdad debe estar loca por ti para venir a hablarme así —reí.
—Me da una rabia que siga molestando —dice con voz dura.
—Hey —toco su rostro para que me mire—. Yo no le tomé importancia, así que tú deberías hacer lo mismo ¿no crees?
    Me mira fijamente por unos segundos, hasta que por fin veo aparecer una sonrisa en su rostro.
—¿Ves? —Agarro su polera y lo acerco a mí— No es tan difícil.
—Cómo me encantas —dice antes de besarme.
    Esa misma tarde le volví a pedir perdón por mi supuesta salida para el día de su cumpleaños. Él comentó que a lo mejor lo celebraría, pero que no estaba seguro. Ante eso no sabía qué pensar: Si sentirme bien por saber que él la quería pasar conmigo, o si sentirme mal por haberle arruinado en parte lo que él quería. Pero ante todo, sabía que lo que en verdad pasaría sería mucho mejor.
    Cuando ya dieron las tres de la tarde, todos los invitados de la fiesta comenzaron a llegar, y eso nos facilitaba las cosas para poder terminar todo mucho más rápido.
—Miguel —llame a uno de los chicos que había llegado— ¿Podrías hacerme un favor?
—Aquí tú mandas —sonrió mientras se acercaba.
—Necesito que sigas bajando música, por favor —sonrío.
—Déjalo en mis manos —le tendí el notebook y yo volví a entrar en la casa.
—¡Max! —Lo llamé al verlo desde la cocina— ¿Sabes a qué hora llegará Carla?
—No viene —dijo con una mueca— Me llamó hace unos minutos y le surgió un problema de último minuto.
—¡Qué pena! Y ella que me había ayudado en todo esto…
—Qué pena la mía, que ahora me deja aquí solo.
    Decidí no comentar nada acerca de lo que acababa de decir… aunque podría, no mejor no. Con todo el ajetreo no me había tomado el tiempo para cambiarme de ropa y todo, así que subí rápidamente a mi pieza para ver qué me pondría.
—¡Oh, lo siento! —Dijo una chica que estaba en mi pieza— Quería dejar mi bolso aquí.
—No te preocupes —digo al entrar— Tú eres… Azul ¿no?  —pregunté al recordarla en el grupo de chicos que vi cuando fui a la universidad.
—Así me llaman.
—Bien, Azul, necesitaré tu ayuda. ¿Me podrías hacer un favor?
—¡Pues, claro! ¿En qué te ayudo?
—¡No sé qué ponerme! —exclamo riendo.
—Jajajaja, veamos qué podemos hacer.
    Estuve quince minutos eligiendo la ropa para ver qué era lo más cómodo. Finalmente decidí que arriba del bikini me pondría unos shorts y una polera que muchas veces Andrés había comentado que le gustaba. Un poco de brillo a los labios y mis lentes para el sol… ¡voilá!
—¿Qué tal? —giro cuando al bajar las escaleras me encuentro con Tomás.
—¿Qué quieres hacer? ¿Matar a Andrés de un infarto? ¿Es que no te basta sólo con la fiesta?
—Jajajajajajajaja —río sin evitarlo—. Que bien me caes, Tomás. Hey, ¿conoces a Azul? —señalo a la chica que venía bajando conmigo.
—Claro que la conozco —la mira sonriendo—. Es mi futura novia.
—¿Tú sí que estás seguro de eso, eh? —dice ésta, bajando más las escaleras.
—¡Uuuuuy! —Exclamo— Creo que aquí es la parte en donde yo desaparezco.


Narración: Andrés.
—Voy saliendo ahora, mamá —sostengo el celular con la oreja— Así es, a la casa de unos amigos.
—Tienes que estar más animado, cariño —dice desde el otro lado de la línea.
—Lo estoy… sólo que…
—No estará Claudia… Ay, Andrés jamás te vi tan loco por una chica —ríe mi madre—, pero ponte feliz, tus amigos hicieron esto por ti, y de seguro tu novia también habrá querido que te diviertas.
—Tienes razón —admito.
—Ve y diviértete con tus amigos en la fiesta.
—No será una gran fiesta, madre, sólo un par de amigos.
—Lo que sea. Te cuidas y me llamas luego para saber los detalles de todo.
—Está bien. Manda saludos por allá, los quiero.


Narración: Claudia.
—¡Dónde están los vasos! ¡Y las otras sillas! ¡La música!
—Clau —Max llegó a mi lado—, relájate —me acarició la espalda—, todo saldrá bien. Es más, todo está saliendo bien.
—Pero…pero… —balbuceo.
—Mira, él ni siquiera se espera esto ¡se volverá loco al verlo! Ni siquiera se percatará si hay un vaso de más o de menos.
—Tienes razón —sonreí algo más calmada— ¿Sabes cuánto falta para que llegue?
—Creo que… —miró su reloj— en unos minutos ya debería estar aquí.
—¡Quince minutos! —Exclamé— Ya, ya… me calmo.
    Dejé a Max arreglando las cosas afuera para poder entrar en la cocina. Tomás estaba ahí ordenando otras.
—¿Todo bien? —pregunto.
—Todo perfecto —se da vuelta y me sonríe—, Andrés no lo creerá.
—Esa es la idea —sonrío de vuelta.
    Me acerco a buscar un vaso para poder servirme algo para tomar. Aparte de todo lo que ya he corrido, el calor que hace hoy es de infierno.
—Cuánto lo quieres —suelta de repente Tomás.
—¿Ah?
—Es que se nota cuánto quieres a Andrés, y es mucho… ¡si sólo eres una adolescente!
—¡Hey! —Exclamo haciéndome la ofendida— por lo menos no soy un viejo decrepito —le saco la lengua.
    Ambos reímos y continuamos con el orden de ahí.
    En esta semana que he podido conocer a Tomás me he dado cuenta de por qué Andrés lo tiene como mejor amigo. Es un tipo simpático, confiable y súper atento. O por lo menos conmigo se ha comportado así. También me ha ayudado mucho en esto, al parecer Andrés no sospecharía nada hast…
—Claudia —Max apareció por la puerta de la cocina—, llegó.
    Sentí cómo mi corazón se detuvo por un segundo, para luego continuar con un ritmo desbocado. Era el momento. ¡Dios, era el momento!
—Bien eh… —me quedé en blanco.
—Anda al patio y diles que todos se callen. Yo hablaré  fuerte para que escuchen cuándo gritar ¿okay? —nos miró a mí y a Tomás.
—Entendido —respondió el amigo de Andrés.
    Éste tuvo que tomarme de la mano porque parecía que  me había quedado pegada al suelo. ¡Vamos, Claudia! Tienes que reaccionar ahora. Llegamos al jardín y todo ya tenía pinta de ser una buena fiesta.
—¡Hey! … ¡Chicos! —grito no tan fuerte.
    Las veinticinco personas que hay se giran para verme. La vergüenza amenaza con salir, pero no, la detengo a tiempo.
—Andrés está afuera —todos se miran y ríen nerviosos—, así que nos quedaremos en silencio para escuchar a mi hermano venir con él ¿sí?
    Todos asienten en silencio y tan entusiasmados como yo. Me giro a ver a Max y él se dirige hacia adentro.
    Comienza a formarse un semicírculo alrededor del ventanal que da al patio, a la espera del cumpleañero. Ya no parezco tener mariposas en mi estómago, sino aves rapaces que atacan todo mi sistema nervioso, uf… creo que vomitaré. Decido ponerme detrás de las personas, al final, para que él salude primero a sus amigos. El silencio aumenta en el patio, todavía no se oye nada. Mi corazón se acelera más, como si eso fuera aún posible. Se escucha una puerta cerrarse y…
—¿Ya viene? —aparece Mauricio desde la cocina.
    Todos comienzan a abuchearlo, y luego volvemos a prestar atención. Ahora si lo que se escucha es la puerta de entrada. La voz de Max comienza a llegar, se escucha más cerca…
—… es una fiesta pequeña —le dice— mira.
    Se ve a Max abrir la cortina y todos gritan.
—¡SORPRESA!
    Max entra al patio seguido por un sorprendido Andrés. Su cara me da un ataque de risa que intento aguantar. Viene con su traje de baño puesto, sus lentes del sol en la mano y una polera que le hace la combinación perfecta.
—¡Feliz cumpleaños!
—¡Grande Andrés!
—¡Eres todo un anciano ya! —exclama Tomás.
    Comienzan los gritos y cada uno se acerca para poder saludarlo. Verlo junto a ellos me muestra otra cara de Andrés, como es ante sus amigos, y la verdad es que no hay forma de que algo de él no me guste.
    Me quedó ahí observándolo, al parecer no me ha visto.  Bueno, él daba por hecho que no podría celebrarlo junto a mí. Andrés se vuelve en busca de Max y se hace un silencio cuando habla.
—¡Qué sorpresa me han dado! —Dice alegre— Pero… ¿de quién fue semejante idea?
—Quién iba a ser sino de… tu novia —le responde orgulloso Max.
    En ese mismo segundo todos comienzan a ver a su alrededor hasta toparse conmigo. Sonríen alegres y se abren para poder observar directamente a Andrés… quien no da crédito de lo que ve.
—¡Grande, Claudia! —grita una chica.
—¡Esa es una novia!
    Miro a Andrés, le sonrío y sólo me encojo de hombros. Nuevamente creo estar pegada al suelo y ser incapaz de caminar. Es Andrés quién se acerca mientras una de esas sonrisas que hacen temblar mis piernas aparece en su rostro.
—Hola —le digo cuando llega a mi lado.
—Hola… ¿Así que ocupada para el día de mi cumpleaños? —Pregunta irónico al darse cuenta de la mentira que le llevaba diciendo toda la semana— ¿De verdad?… ¿Tú hiciste todo… esto?
—No, todos me ayudaron —apunto hacia la multitud.
—¡Fue idea de ella! —escucho gritar a Max.
—¡Ella nos contactó a todos!
—¡Agradécele como se debe, hombre!
    Unas carcajadas suenan ante el comentario, pero yo sólo soy consciente de ese brillo especial que tiene en los ojos. Porque lo he mirado miles de veces, he retenido su mirada por minutos, pero esta cálida y acogedora mirada que me está dando es única.
—Feliz cumpleaños, cariño —le digo finalmente.
    Da un paso corto hacia mí, levanta su mano y la posa en la parte baja de mi espalda acercándome más a él.
—Eres… —comienza de a poco.
    Levanta su otra mano y me acaricia la mejilla.
—Definitivamente, tengo a la mejor chica a mi lado —pone su sonrisa torcida—. Gracias, mi amor.
    No soy capaz de sentir ese cosquilleo que sigue siempre después de la palabra amor, porque sus labios llegan a los míos. Lanzo mis manos alrededor de su cuello sin dudarlo, casi de forma instantánea e intento acercarlo más a mí.  Siento su mano todavía en mi espalda, su otra mano también termina apoyada en mi cintura mientras nuestros labios siguen en su tarea preferida.
—Ejem…
—¡No coman al frente de los pobres!
    Al escuchar los gritos vuelvo a la realidad y me doy cuenta de la cantidad de ojos que hay puestos en nosotros. La vergüenza ahora si me llega y siento mis mejillas sonrojarse. Andrés toma mi rostro para darme un beso corto y me abraza por los hombros mientras nos acercamos hacia los demás para que esto empiece.
    Hacemos un gran brindis por Andrés, y luego se pone play a la música. Dejo que él vaya con sus amigos y se divierta mientras yo me quedó ahí conversando con otros chicos. La sonrisa que ha tenido todo este tiempo vale más que mil palabras: estaba maravillado.
—¡Ay, no! —Reímos con las chicas de mi lado— No lo vayas a hacer, por favor —le digo a uno de los amigos de Andrés.
—Y mira que tú no lo conoces de verdad, Claudia —me dice una chica.
—Permiso… —una mano pasa por mi cintura y me jala hacia atrás— me robo a mi chica.
    Todo el grupo ríe mientras Andrés me saca de ahí y comenzamos a caminar hasta la orilla de la piscina, la cual ya estaba ocupada por un grupo de gente.
—Así que me estuviste mintiendo toda esta semana, ¿eh? —me acusa.
—Era sólo una pequeña mentira —sonrío—. Valía la pena.
—Aún no lo puedo creer… —dice deteniéndose y mirándome fijamente— ¡Es que esto es genial!
—Me alegra que pienses eso —le doy un beso corto en los labios.
—¿Qué podré hacer yo ahora para agradecerte todo esto? Pídeme lo que quiera.
—¿Lo que quiera? —le digo juguetona— No vayas a arrepentirte después.
—Nunca lo hago.
    Suelto una carcajada y me acerco para callarlo con un beso. Entrelazaba mis dedos en su pelo cuando…
—¡Pareja al agua! —la voz de Tomás llega.
    Lo siguiente que sentí fue un empujón y luego el agua de la piscina. Salgo nadando y con toda la ropa mojada. Todos se ríen ante la situación tan cómica.
—¡Maldito! —Intento parecer enojada, pero con la sonrisa de mi rostro es imposible— parezco un perro mojado.
Mi perrito mojado —Andrés vuelve a tomarme de la cintura y nuevamente caemos al agua.
—¡Andrés! —Exclamo de nuevo al salir del agua, pero al verlo otra risa se me escapa— ¡Dios! ¿Me darías tiempo para quitarme esta ropa por lo menos?
—Tienes razón, yo me quitaré la polera para que se seque.
    Ambos salimos de la piscina. Tomo una de las sillas y la corro al sol para dejar la ropa ahí.
—Buen chapuzón te dieron —me dice Azul cuando paso a su lado.
—Si vez a Tomás, hazlo sufrir de mi parte. Por favor.


Narración: Andrés.
—¿Qué tal, bro’? —Tomás me da un golpe en el hombro— ¿Rica el agua?
—Exquisita —le digo luego de quitarme la polera.
—¿Qué tal lo estás pasando?
—Pues… creo que nunca lo había pasado tan bien —vuelvo a girarme hacia la multitud.
—Tienes a una gran chica a tu lado.
—A veces me pregunto… qué pacto hice con el diablo para que me cayera ese ángel.
—Tu angelito…  —sonríe Tomás.
—¿Sabes dónde está? —pregunto al no encontrarla.
—Este… por favor, no te desmayes ahora —y suelta una de esas carcajadas fuertes antes de señalar hacia donde ella se encuentra.
    Camina sobre el pasto con una silla en sus manos y dejando todo mojado por su ropa. ¿Qué hace? Observo cómo la deja ahí y luego suelta el botón de su short para sacárselo… Oh, men. Siento cómo mi pulso aumenta como nunca lo había hecho antes. ¡Dios! ¿Qué está intentado ella? ¿Asesinarme? Deja el pantalón en la silla hacia el sol para secarlo.
—Se te salen los ojos —Tomás me saca del trance— ¿Qué esperas? ¡Ve a sacarle esa polera!
—El sol suele afectarte un poco, eh —niego riendo y me alejo de él.
    Esquivo a la gente, hasta llegar a su lado justo en el momento en el que iba a quitarse la polera.
—¿Necesitas ayuda? —pregunto en su oído.
   Siento cómo da un respingo ante mi llegada. Intento no asustarla con mi atrevimiento: lentamente tomo la parte baja de su polera y tiro de ella hacía arriba.
—Anda, sube los brazos —le susurro.
    Quedamente obedece a lo que le pedí. Sigo levantando la polera hasta lograr sacársela por completo. La lanzo a la silla en donde está lo demás. Con tranquilidad, Claudia se gira hacia mí para ver sus ojos… y un leve rubor en sus mejillas. Permito dar un paso hacia tras y la observo de pies a cabeza. No es que jamás me haya detenido a verla, eso es algo que hago todo el tiempo, pero jamás la había visto así… Sus piernas… esa cintura que hacía encender mi mano cuando la acariciaba… definitivamente esta chica me volverá loco.


Narración: Claudia.
    Me muevo inquieta mientras la mirada de Andrés sigue puesta en mí. ¿Es que no se da cuenta de cómo estoy? Hace segundos casi me desmayo al sentirlo cerca, y sacándome con cuidado la polera. Incómoda no estaba, pero claramente era un paso algo atrevido que me había dejado sin habla.
—¡Andrés! —exclamo ya nerviosa.
—¿De qué juguetería te escapaste, muñeca…? —me piropeó.
    Si el tono de su voz no hubiera sido tan grave y seductor la risa se me hubiera escapado al instante, pero lo único que provocó fue que mi rostro enrojeciera aún más. Se acercó nuevamente hacia mí.
—Mi chica sexy —dice susurrándome. Al ver que no soy capaz de responder pregunta:— ¿Estás bien?
—Creo… —respondo ahogada, pero con una sonrisa.
    Andrés toma mis muñecas, y… se da cuenta de lo que pasa. ¡Qué vergüenza!
—¡Tu pulso está volando!
—No me digas —respondo irónica, y más sonrojada… si es que eso es posible. 
—¿Por qué?
—¿De verdad me lo preguntas? —jadeo, sorprendida de que no lo sepa.
—Es… ¿por mí?
     La vergüenza ya me supera, ¿nadie quiere tirarme al agua ahora? Así que lo único que soy capaz de hacer es asentir con los ojos cerrados. Dos segundos después siento como sus manos acunan mi rostro y luego el roce de sus labios en los míos.


Narración: Tomás.
—¿Disfrutando? —Azul asiente desde abajo.
    Decido sentarme a su lado, en la orilla de la piscina.
—¡Esto está fenomenal! —dice un poco más alto debido a la música.
—Ya te decía yo que no te la podías perder.
    Sonríe y vuelve a mirar el agua mientras juguetea en ella con sus pies. Una de las cosas que me he dado cuenta al observarla de vez en cuando, es que pareciera que siempre está pensando en algo que le gusta. Mantiene  una pequeña sonrisa en su rostro que es difícil no preguntarse por qué lo hace.
—¿En qué piensas?
    Se gira hacia mí sorprendida.
—¿A qué se debe esa pregunta?
—Es que siempre tienes una pequeña sonrisa en tu rostro y eso me intriga, a decir verdad.
—Tú y tus inquietudes —niega lentamente— Pues… la verdad es que no sé, puedo estar pensando en muchas cosas.
—¿En mí, por ejemplo? —le guiño un ojo.
—Mm… la verdad es que sí.
    Ahora soy yo quien la mira sorprendido. Azul no es de las chicas que se lanzan sobre uno, ella es diferente. Soy yo quien ha tenido que tomar la iniciativa, pero cuando esta chica hablaba, siempre era yo el que se quedaba sin habla.


Narración: Claudia.
—¿Dónde estaba la otra bebida? ¿Dónde, dónde…?
    Repaso la vista nuevamente por la cocina, pero no, no hay forma de que aparezca. ¡Pero si estoy segura que estaba aquí encima!
—¿Se te perdió tu novio?
—No, la bebida —corrijo a Tomás.
—Pero si está ladrando al frente tuyo.
    Se gira hacia la puerta y justo en el costado de la pared y en el mueble estaba escondida la maldita. La recibo con una gran sonrisa.
—Muchas gracias, y ¿Qué tal? ¿Cómo la has pasado?
—Todo ha salido excelente hasta ahora.
—No me refería eso… sino a Azul.
    Tomás se ríe… tímido. Primera vez lo veo sonriendo tan bajo y cohibido, porque este chico es de los que les gusta reírse de todo y a viva voz.
—Esa chica…
—Esa chica te trae loco —dejo la bebida encima de la mesa.
—Hace poco estuvimos hablando, pero… no lo sé, Claudia. No quiero parecer un imbécil detrás de ella todo el tiempo, pero a la vez quiero estar con ella y ver si tengo una oportunidad.
—Que profundo eres —comento.
—No todo siempre es risas y anécdotas —sonríe.
—Yo creo que debes intentarlo ahora. Cuando los vi juntos se notaba que algo pasaba, y si esa chica muere por ti, no durará mucho en resistirse a un beso.
—¿Qué quieres decir? —Dice confundido— ¿Que haga un plan maquiavélico para poder besarla… sin querer? —añade comillas a lo último.
 —Yo no he dicho nada —me encojo de hombros y sonrío—, pero a veces hay que usar ciertos trucos —y salgo de la cocina.
    Es interesante ver cómo algunas personas cambian un poco cuando están enamoradas, Tomás es un claro ejemplo de eso. No es que cambie para mal, pero se nota que intenta agradarle a ella.
    Vuelvo al patio y camino con la botella y unas cuantas cervezas a la mesa en donde todos comenzaban a reunirse. Las dejo ahí y vuelvo rápidamente a buscar la torta. Tomás ya la había sacado del refrigerador.
—¿Podrías hacer algo, Claudia?
    Su tono de voz hace ponerme en alerta inmediatamente.
—Ay, no… ¿Qué quieres que haga?.
—Andrés tiene… sonará raro, pero no te asustes —me advierte— tiene una… fantasía.
—¿Perdón? —pregunto por si pude haber escuchado mal.
—¡No, no! No piensas cosas feas —me detiene rápidamente—, es sólo una estupidez. Sólo pido que cantes el cumpleaños en inglés.
—¿En inglés? No estoy entendiendo nada…
—Ya sabes, en inglés, a lo Marilyn Monroe.
—Si quieres me pongo un vestido blanco también —ofrezco irónica.
—No te enojes… era sólo un juego. Todos han bromeado alguna vez cantando así.
—Pero es que… me da vergüenza.
—Está bien… sólo era una idea —y me sonríe.
    Tomás toma un encendedor y comienza a prender cada velita de la torta. Con cuidado la tomo para salir de la cocina. Al estar afuera todos comienzan a acercarse alrededor de Andrés, quien nos espera con una sonrisa. Tomás pasa primero que yo, se sitúa al lado de Andrés, y me dirige una mirada. Que Dios me salve de lo que voy a hacer… A sólo pasos de él comienzo a cantar.
Happy... birthday to you…
    Los amigos de Andrés lanzan unas pequeñas risitas, y unos golpes en su cabeza. Y unos otros sorprenden aullando como lobos hambrientos en tono de broma. Él sonríe ampliamente y niega con su cabeza como si no fuera capaz de creerlo. Tomás sonríe divertido.
 Happy birthday to you —sigo avanzando e intentando que la vergüenza no me mate, y me paro al frente de él— Happy birthday Andrés, happy birthday, my love… —Finalmente le guiño el ojo y le indico la torta para que sople las velas.
    Se detiene a pensar en sus deseos y finalmente sopla las velas.
—¡Bravo! —gritan algunas junto a sus aplausos.
—¡Feliz Cumpleaños!
—¡Que siga la fiesta!
—Esperen —dice Andrés.
    Me alejo un segundo para dejar la torta en un lugar a salvo, es decir, no en mis manos.
—Quiero agradecerles de corazón todo esto —comienza mi novio—. La verdad es que jamás me lo esperé —ríe—, a Tomás, este imbécil que ha estado en todas conmigo, a Max quién ayudó un montón y… obvio, a la chica que me torturó toda la semana diciéndome que no podría estar este día conmigo —todos ríen.
    Sonrío de espaldas mientras todavía estoy dejando la torta en la mesa. Rápidamente me vuelvo hacia el grupo y paso mis brazos alrededor de Andrés.
—Muchas gracias, cariño —dice dirigiéndose a mí—. Jamás se me pasó por la cabeza que pudieras ser capaz de algo así, de verdad —me da un besito en la frente—. Así que quiero hacer un brindis por esta chica tan guapa, que de verdad ha logrado convencerme que para el amor… no hay edad.
—¡Salud, por eso!
—¡Que sean felices!
—¡Esto parece matrimonio! —bromea alguien.



    El sol está a punto de esconderse y el cielo ya está oscureciendo.
    El patio de la casa está… como tiene que estar después de una fiesta. Pero Max se ha pasado los últimos minutos ayudando a ordenar para que nuestros padres no se encuentren con algo desagradable a la vuelta.
—Aquí está casi todo en orden —Max se acerca.
—Sí, sólo un par de cosas por aquí y por allá.
—¿Y Andrés?
—Fue a despedir a Tomás y a Azul en la puerta—recojo un par de vasos.
—Bien. Yo por mientras comenzaré a ordenar adentro.
    Asiento y sigo recogiendo las cosas que hay.
    Esta tarde sí que había sido entretenida. La verdad es que no tenía tantas expectativas, pero había salido perfecto. Los amigos de Andrés la habían pasado bien, fueron simpáticos, y claro… Andrés era el que más lo había disfrutado. Sonreí al recordar todas las veces en la que lo vi sonriendo… qué sonriendo, a carcajadas se reía hoy. Suspiro feliz. Al principio ésta había sido una idea algo descabellada, algo exagerada pero resultó ser la mejor.
    Escucho unos pasos detrás de mí y hablo antes de que me asuste.
—Oh, no cariño —dejo lo que recogí en una mesa y me doy vuelta—, te tengo vigilado.
—Maldita sea —da una patada en el suelo con fingida frustración.
    Se acerca para rodearme con sus brazos y yo enlazo los míos alrededor de su cuerpo. Dejo mi cabeza apoyada en su cuello y suspiro… feliz. Hasta que una divertida idea se me cruza por la mente.
—Se me ha ocurrido algo —me separo un poco de él.
—Oh, oh… esa sonrisa… ¿Qué se te ocurrió?
    Miro hacia la piscina y alzo las cejas dos veces.
—Anda —le digo entusiasmada— deja ir a buscar algo adentro y vuelvo.
    Le doy un beso corto en los labios y salgo corriendo hacia la casa. La verdad es que no necesitaba buscar nada, era sólo para hablar con Max.
—Hey… —le digo al encontrarlo en el living— entraré a la piscina un ratito.
—¿Qué van a hacer? —me mira con los ojos bien abiertos, pero sólo en broma.
—Nada, cochino —le saco la lengua.
    No le doy más detalles y vuelvo hacia el patio. Entro justo en el momento perfecto. Sólo faltaba la música de fondo para cuando Andrés se quitara su polera y dejara ver… lo simpático que es, obvio. Suelto una risita. La tira al suelo y se lanza a la piscina. Entro y me quito los shorts y la polera que traigo puesta, justo al momento en que Andrés sale del agua.
—Esta deliciosa el agua —me sonríe— Anda, ven.
    Tomo distancia desde la piscina y me lanzo. Al sentirla me doy cuenta que está bastante agradable. Saco la cabeza del agua y sonrío al ver a Andrés al frente. Rápidamente rodea mi cintura con sus brazos y yo engancho mis piernas alrededor suyo. Me acerco para darle un beso corto, pero él se aprovecha y no me suelta rápidamente. Se me escapa  una risita, aun cuando sus labios están en los míos. Si el hecho de que me besara ya anulaba todos mis sentidos, sentir su cuerpo… prácticamente desnudo, no era algo fácil de llevar. Lentamente nos separamos y nos sonreímos mutuamente. Paso una de mis manos por su pelo quitándole el agua que tenía en él.
—Este día pasará a ser el mejor cumpleaños que he tenido… y todo gracias a ti.
    Sonrío ampliamente y bajo la vista hacia sus ojos.
—Ni te imaginas lo feliz que me siento al escuchar eso.
    El silencio nos inunda por unos minutos. Un silencio placentero, mientras él todavía me sostiene con sus manos entrelazadas detrás de mi espalda. Sin haberlo previsto, una duda sale de repente en mi cabeza.
—Andrés... — él asiente con la cabeza— ¿Cuándo supiste que…? O más bien… ¿Cuándo sentiste que…? ¡No sé cómo preguntarlo! —Río quedamente— ¿En qué momento comenzaste a… quererme? O cuándo fue que dijiste “Aquí algo anda mal”.
    Él sonrió ante la curiosa pregunta que había surgido.
—Desde el principio algo… me llamó la atención de ti —comenzó— ¿Recuerdas un día en el que hubo una guerra de comida y yo te ayude a quitar el arroz de tu pelo?
—¡Cómo olvidarlo!
—Para ya de bromas y mejor ven a ayudarme —le gruñí mientras lo fulminaba con la mirada.
—Es el baño de chicas, no puedo entrar.
—¿A alguien le molesta que él entre? —Grité y no hubo respuesta ya que en el baño no había nadie más— al parecer a nadie así que entra.
    Andrés puso los ojos en blanco y entró al baño a ayudarme con mi pelo.
—No se puede hacer nada —dije después de unos minutos en que lo único que hicimos fue sacar y sacar arroz de mi pelo —parece que se multiplica en mi cabeza.
—Parece que tienes razón —él tenía sus dedos entre mi pelo— no terminaremos nunca.
—Sí, ya dejémoslo así —me di vuelta—, gracias por ayudar.
—De nada —sonrió—. Claro que ahora me debes una.
—Tonto —dije y comencé a pegarle en el estómago como cabra chica.
    Okey esto no tendría por qué asombrarme ya que él es un profesor de educación física pero… ¡su abdomen era como una piedra! Era muy durito por lo que pude percibir con mi mano, debe pasar todo su tiempo libre haciendo ejercicio, y quizás cómo se verá sin polera ¡Ay Dios! ¿¡Qué estoy pensando!? Claudia es tu profesor ¡entiéndelo!
—Ya para de golpearme —Andrés me agarró las manos e interrumpió mis pensamientos— tu mano va a salir lastimada.
—¿Qué dijiste? —Pregunté partiéndome de la risa.
—Si es verdad ¿o acaso no sentiste mis duros y firmes abdominales trabajados?—dijo riendo y siguiendo con la broma.

—Eras bastante sobradito conmigo ¿eh? Bueno, y yo me volvía loca cuando te veía —reí al recordar todas las estupideces.
—Esa fue la primera vez que pensé en “¿qué pasaría si me fijo en ella?…” Luego fue una vez en la que te pregunté si te importaba la diferencia de edad. Tu respuesta fue bien abierta, y la idea de poder estar junto a ti fue algo que podía ser real. Y claro —sonrió más para sí mismo—, luego fueron una serie de sucesos que hicieron darme cuenta que estaba completamente loco por ti:
Narración: Andrés
—Aló —contesté el celular sin ver quién llamaba.
—Eh… Andrés, soy Claudia.
    ¿¡Claudia!? ¡Claudia! ¿Cómo consiguió mi celular?
—¿Claudia? Hola de nuevo —sonreí.
—Jajaja, este… te llamaba para decirte que se te quedó tu chaqueta.
    Suspiré. ¡Claro! Eso era lo que se me había quedado… Mentira. Soy bastante cuidadoso. La chaqueta era imposible que se me quedara sino que… La deje ahí.
—¿Mi chaqueta? ¡Cierto! Creo que tendré que devolverme —ofrecí.
    La verdad es que no me apetecía nada volver, acababa de llegar al departamento y no quería salir de nuevo.
—No te preocupes —dijo animada— yo te la llevó mañana.
    Perfecto. Todo había salido como quería.
—Muchas gracias —respondí.
—Bueno, entonces… nos vemos mañana —dijo dudando.
—Claro, cuídate.
—Tú igual —Cortó la llamada.


—¡Dejaste la chaqueta a propósito en mi casa! —Lo acuso sorprendida— No me lo puedo creer.
—Para que veas —admite— Y luego… ya no podía quedarme de brazos cruzados. Y menos mal que no lo hice —admite orgulloso— ¿Te imaginas dónde estarías ahora si no estuviéramos juntos?
—Mm… no sé… Puede que llorando en alguna esquina por no tener el amor de mi vida —bromee—. La verdad es que no sé. Pero de seguro me estaría lamentando.
—Y puede que yo igual —coincide.
—Pero ahora estamos juntos —sonrío feliz.
—Somos novios —dice con otra sonrisa.
—Gracias a ti.
—No, Claudia, gracias a ti. Peleaste contra tu hermano y padre para estar conmigo… ¿Te das cuenta de eso? Y yo…
—Tú peleaste por mí contra mi padre y hermano ¿Te das cuenta de eso? —repito sus palabras.
—Tenía que hacerlo, o si no…
—¿Podrías sólo callarte y… agradecerme con un beso?
—Feliz de la vida —responde con su mejor sonrisa.  



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¡Gritemos todas juntas!
¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH! *-*
¿Les gustó? ¿Esperaban eso? ¿Esperaban otra cosa? ¿O no les gusto para nada? .____.

Lamento no haber publicado el cap antes /: 
Estaba escrito hace muuuucho, pero estuve tan ocupada todo el fin de semana y esta semana D: ! pero ya es viernes y lo pude traer :)
Estoy ansiosa de saber que les pareció porque todas quería leerlo o.O así que sean sinceras y díganme que les pareció :O
A mi me gustó :$ jeje
Así que de todo corazón espero que hayan disfrutado de él tanto como yo disfruté escribirlo! 

Creo que eso es todo lo que diré ya que no quiero aburrir más :D 
Un abrazo grandeeeeeeeeeee y espero poder
traer el otro cap el prox fin de semana :)


¡Un abrazooo! xoxo


PD: Kryss: Hola guapa! Emmms respondiendo a tu pregunta que me hiciste en el capítulo anterior :O Sólo diré una cosa :) jajaja: Amor Furtivo no será el fin de este blog ;) jeje. Un beso y muuuchas gracias por comentar! *-*

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